DIECISÉIS*

Yo sólo quiero mirarte a los ojos, que tu alegría lleve el timón. Quitarle a tu mirada ese horizonte de escombros, prescindir de una vida sin tu olor. Y que no se disocien nunca tu cuerpo y mi cama y ser la portavoz de nuestra revolución. Yo sólo quiero el tic-tac de tu pecho para dar percusión a mi vida. Que la saliva sea el punto de encuentro y que el jurado de tu sangre falle a mi favor. Yo sólo quiero la banda sonora de tu alma para que se escuche en cada rincón. Que mis caricias no se tiren más por la ventana al ver que tu espalda no apareció. Y que el corazón pueda cumplir su oficio y ser tan imprudente como exija el amor. Que lo único que quiero a estas horas es poner besos en cada paralelo y meridiano de tu cuerpo. Así que déjame creer que aún me quedan mil maneras de amarte coordinando mi oleaje y tus caderas. Que lo único que quiero a estas horas es que tus besos emigren todos a los afluentes de mi cuerpo. Así que déjame creer que aún nos quedan primaveras y metamos este otoño en una caja de madera. Yo sólo quiero darte carnavales, que tu disfraz sea tu ropa interior. Y ofrecerte un catálogo de besos en lugares donde tan solo alcanza el corazón. Yo sólo quiero empezar contigo un curso intensivo de quitarnos la ropa y el dolor. Y que cada noche nos expliquemos los motivos de no exigir ninguna explicación. Yo sólo quiero un sobresaliente en las asignaturas de tu piel. Y darle un listado de razones a la gente que exponga que quererse es un deber. Yo sólo quiero hacerle una bufanda a tu alma, perderme entre tu camisa y tu jersey. Irte a buscar en cualquier momento y mañana tomar tu pulso sin tocar tu piel.

No hay comentarios: